Deborah BuizaLa columna del día

Mamá, dime ¿por qué?

Por Deborah Buiza

@DeborahBuiza

Mi hijo de 8 años vive en la eterna pregunta del “¿por qué …?”, desde que amanece hasta que anochece él pregunta ¿por qué? de todo lo que va viendo, de lo que escucha, de lo que reflexiona y de lo que observa que hago, cada dos minutos o cinco hay un ¿por qué? en sus labios, hay cosas que puedo responder y otras no, y entonces le digo que las busquemos en el internet o le pregunto a él qué piensa que puede ser, algunas veces lo tomo con simpatía y otras me enfada un poco. ¿Por qué?

Sin que utilices está interrogante para juzgarte, ¿hace cuánto que no te cuestionas el por qué de las cosas? y me refiero a mirar las cosas desde un lugar en el que fuera de juicios puedas observarlas, revisar y comprender su origen, su naturaleza, su razón, el cómo son, el cómo están, etc.

Después del constante “¿por qué? mi hijo me lanza un “mamá, ¿qué pasaría si …?” y esta a veces es más difícil de responder porque estamos acostumbrados a que ciertas cosas son como son y ya, no sabemos porque son así pero así las conocemos, pero esta pregunta me gusta más porque nos pone en un lugar en el que es posible que tal vez las cosas sean de otro modo y porque estimula su imaginación y la búsqueda de otros caminos y no aceptar que las cosas están dadas.

Ante los asuntos que tienes que resolver, qué sucedería si le aplicaras un “¿qué pasaría si…?” y juegas con las posibles respuestas, incluso las más inverosímiles o las más ridículas pueden abrir puertas que no te habías planteado porque no te estabas cuestionando.

Uno no puede vivir en la eterna pregunta, hemos aprendido que si nos cuestionamos es para latigarnos, para encontrar lo que hacemos mal, para sentir culpa, para regañarnos, para juzgarnos, pero que tal que podamos preguntarnos para abrir caminos, para explorar nuevas posibilidades, para encontrar nuevas respuestas que nos den más elementos para la acción desde lugares nuevos.

Te propongo que apliques cinco “¿por qué …?” continuos y varios “¿qué pasaría si …?” como si se tratara de un juego, sin mucha seriedad, con la inocencia de un niño que quiere explorar el mundo y que quiere conocer cómo funciona, y sin mucha exigencia deja que las respuestas lleguen, no necesitas una respuesta perfecta o correcta, a veces ni siquiera una respuesta, hay cosas que simplemente (aún) no la tienen y uno también puede aprender de ello.

Y tú, ¿te atreverías a jugar a preguntar?

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