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La industria farmacéutica se mueve hacia la biotecnología

A pesar de los esfuerzos de académicos para presionar sobre todo a los gobiernos de América Latina en años recientes para reducir los precios de medicamentos, la inercia del mercado internacional lo único que en este momento avizora es, por un lado, enormes subvenciones gubernamentales a las farmacéuticas para obtener medicamentos y vacunas, y por otro, una discusión donde la brecha entre quien tenga mayor poder adquisitivo obtendrá la salud y la vida.

 

Cuando GlaxoSmithKline cambié por estos días su enorme división de productos básicos de farmacia, ahora denominada “Haleon”, donde se encuentran analgésicos como Advil y Panadol, o la pasta de dientes Aquafresh, y Sensodyne, el descongestionante nasal Otrivin y las vitaminas Centrum, marcará el final de un conglomerado farmacéutico diversificado, y dará origen a GSK, una biofarmacéutica pura de gran renombre.

 

Este caso es sintomático de la culminación de un proceso de décadas que ha convertido prácticamente a todas las compañías farmacéuticas más grandes del mundo en versiones todavía más grandes de compañías biotecnológicas como Amgen y Gilead Sciences, que venden productos a precios elevados, pues son medicamentos especializados para condiciones raras.

 

Lo que se sabe, a decir de especialistas, es que este cambio ha sido exigido por los inversores, y la ciencia también. Lo que se busca, con el denominado Big Pharma, es que se comercialicen los medicamentos más costosos, para enfermedades aún más raras, lejos de los medicamentos para las causas más comunes de muerte en Estados Unidos y, en general, en países desarrollados -como enfermedades cardíacas y diabetes- lo que podría lograr que las acciones de las grandes farmacéuticas cambien de ser de primer orden en apuestas más arriesgadas.

 

Farmacéuticas del tamaño de Pfizer, por ejemplo, se han estado deshaciendo en años recientes de los negocios secundarios, así vendió una división de chicles en 2002; por su parte Bristol Myers Squibb escindió su unidad de fórmula infantil en 2009; mientras que Eli

Lilly se deshizo de su división de salud animal en 2018. Para 2023, Johnson & Johnson planea vender su división de salud del consumidor, donde se encuentran productos como Tylenol y curitas, con lo que puede comprenderse que será una operación gigante.

 

De lo que se trata en la actualidad es que priva la noción de mercado en la industria farmacéutica más que nunca, los ejemplos arriba descritos de lo que hablan es que en lugar de vender medicamentos menos costosos para tratar afecciones comunes, los fabricantes se dieron cuenta de que tal vez deberían vender medicamentos caros de estilo biotecnológico para tratar afecciones menos comunes y obtener un mayor margen de ganancia.

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