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La última contratación de AMLO que levanta puras malas sospechas

Caminamos hacia el cuarto año del gobierno de Andrés Manuel López Obrador (AMLO) y la población diariamente es informada por los medios sobre los múltiples crímenes que la delincuencia organizada realiza sin que las autoridades civiles o militares los persigan.

La política de seguridad pública simplificada con la frase del presidente “Abrazos No Balazos”, algunos la interpretan como el rechazo a la violencia, pero el significado que los delincuentes le han dado es el de permiso para robar, extorsionar, secuestrar y matar. Licencia para armarse hasta los dientes, desplazar o asesinar a gobernantes electos en democracia, ocupar propiedades para producir drogas, secuestrar poblaciones enteras y demás.

En lo que va de este sexenio son 123 mil 274 homicidios dolosos reportados por el Sistema Nacional de Seguridad Pública. En los 43 meses del gobierno de López Obrador avanza la violencia y la delincuencia ocupa los espacios que la omisión de las “autoridades” le han cedido.

El compromiso de campaña fue pacificar al país en unas semanas. No haberlo logrado, ha dicho, es porque la corrupción, con hondas raíces en el pasado, no lo ha dejado y entonces debemos creerle porque dice que él no miente, no roba y no traiciona.

Para demostrar que es preocupación de López Obrador solucionar el problema. Todos los días, muy temprano, se reúne con su gabinete de seguridad, al que asisten los secretarios de Gobernación, la secretaria Seguridad y Protección Ciudadana, el secretario de la Defensa Nacional, el secretario de la Marina Armada y otros.

Siendo el de la seguridad un problema que afecta a la nación y estando entre las “prioridades” del “Gobierno de México”, no parece atinada la designación de Clara Luz Flores Carrales como titular del Secretariado Ejecutivo del Sistema Nacional de Seguridad Pública, por ser una función estratégica que demanda un perfil con el conocimiento técnico, político y social del puesto.

El Secretariado Ejecutivo es el eje operativo y de coordinación entre instancias federales, estatales y municipales, entre sus funciones está ejecutar y dar seguimiento a los acuerdos, en materia de seguridad, tomados por el presidente de la república y los titulares de la Defensa Nacional, Marina y Fiscalía General de la República, así como los gobernadores de los estados y de la Ciudad de México, en el seno del Consejo Nacional de Seguridad Pública.

El criterio del presidente López Obrador, para la designación de sus colaboradores, no es el de la eficiencia y capacidad para el desempeño de las funciones que les encomienda. Ha dicho que para él lo más importantes es la lealtad.

En la aplicación de este criterio, el presidente ha nombrado a importantes funcionarios que, sin las credenciales profesionales o de experiencia, actualmente ocupan puestos relevantes en su administración. A ellos se agrega Clara Luz Flores Carrales. Es licenciada en Ciencias Jurídicas por la Universidad Regiomontana y doctora en Derecho Administrativo por la Universidad de Zaragoza. Fue diputada local y presidenta municipal de General Escobedo, Nuevo León.

En el proceso electoral del año pasado en Nuevo León, cuando ocupaba el primer lugar en las preferencias electorales para la gubernatura, como representante de Morena, su candidatura se derrumbó cuando se descubrió que mentía sobre su relación con Keith Raniere, líder de la secta NXIVM, hoy condenado a 120 años de prisión en Estados Unidos por marcar a mujeres y tratarlas como esclavas sexuales.

En aquel proceso electoral se reveló una grabación en la que se observa a Flores Carrales platicando con Keith Raniere sobre los gobiernos populistas y para recibir consejos de cómo gobernar, justo cuando ella había jurado que jamás había visto al líder de la secta. Posteriormente se disculpó. “Me tropecé como todas y como todas ahora me levanto. Cometí un error al haber dicho que no conocía al fundador de Nxivm, primero que nada quiero decirles que enfrenté mal la situación y pido perdón”.

No importa que la designada de López Obrador para ocupar una función estratégica para la seguridad nacional no este calificada. Por sus antecedentes sabemos que No miente, pero sí engaña. Clara Luz Flores Carrales pidió perdón y el Señor la perdonó. Lo importante es la lealtad. La seguridad es cosa que se atiende todas las mañanas, aunque no pase nada y, en la versión del presidente, todo está bien.

Se podría interpretar que este movimiento, en tan delicada función, es el pago de alguna deuda pendiente, pero quien se va a imaginar que López Obrador, el campeón de la austeridad, habría pedido algún favorcito para llegar al poder y ahora lo está pagando. Solo hay que recordar que Clara Luz Flores es esposa de Abel Guerra Garza, un viejo líder priista que prácticamente negoció la candidatura al gobierno de Nuevo León basado en su músculo de operador político, al menos así lo vendía él sin pudor, al grado de decir “No se confundan: la gente vota por Clara porque es mi esposa”.

Es obvio que no será transparente qué se debe ahí tras la derrota frente a ella misma y sus mentiras, lo cierto es que si para AMLO las críticas lapidarias por rescatar a Clara Luz no importan, es que el beneficio es mayor pese a ser visto como incongruente por violar su política de ‘no mentir’. Por cosas peores ha defendido a gente como Félix Salgado Macedonio y Pedro Salmerón. Aunque con ellos lleva un largo camino recorrido. Con Clara Luz solo puede haber suspicacias. Y que algo le ha de deber, es una de ellas.

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