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Luego de un año en el cargo, Harris no logra definir su rol

El presidente Joe Biden empleó todo el peso de su cargo la semana pasada para impulsar medidas que protejan el derecho al voto en Estados Unidos incluso fue al Congreso para tratar de convencer a los demócratas para cambiar las normas del Senado a fin de aprobar la iniciativa.

La vicepresidenta Kamala Harris, a quien Biden designó en junio como punta de lanza en la campaña para lograr los cambios en las leyes al derecho al voto, no estuvo presente.

Ni la secretaria de Prensa de la Casa Blanca Jen Psaki ni los colaboradores de Harris tenían una respuesta clara la pregunta de por qué la vicepresidenta no acompañó a Biden a ese encuentro.

Fue un nuevo ejemplo de las dificultades que ha enfrentado Harris en su primer año en el cargo, periodo en el que ha tenido problemas para definir su rol.

Harris ha tenido que lidiar con una creciente agenda de complicadas tareas, ha tenido que responder a preguntas sobre su relación con el presidente y se ha enfrentado a lo que, según sus aliados, es un escrutinio sin precedentes para una vicepresidenta — sin el respaldo adecuado de la Casa Blanca, según algunos.

Y lo ha hecho en medio de una crisis provocada por la pandemia de coronavirus y con el deber de actuar como el voto del desempate en un Senado dividido exactamente por la mitad, lo cual limita su capacidad para viajar fuera de Washington.

“Es difícil para cualquier vicepresidente brillar en el cargo, incluso en los mejores tiempos, y estos no son los mejores tiempos”, declaró Roy Neel, quien fue jefe de despacho del ex vicepresidente Al Gore.

“No sólo dependes por completo del presidente para las actividades públicas, sino que tienes límites en lo que puedes hacer para asumir el liderato en el tema más importante del día, sea el que sea, y aparentar que estás triunfando”, añadió.

De hecho, los colaboradores de Harris admiten en privado que la vicepresidenta se cuida de no opacar al presidente, y se niega a asumir el crédito por cualquiera de los éxitos del gobierno. Dice a menudo que si bien le ofrece su opinión franca a Biden en privado, su papel público es el de garantizar que él tenga éxito.

Pero eso ha frustrado a algunos partidarios de Harris, que la acogieron como una voz progresista en el Senado en temas que van desde la reforma policial hasta los derechos electorales, por lo que ven como una ausencia de la vicepresidenta en temas fundamentales. Durante una entrevista reciente con Charlamagne Tha God, en la que Harris dejó de lado su comportamiento típicamente agradable y defendió con firmeza a Biden, Charlamagne quedó satisfecha.

“¿Esa Kamala Harris? Esa es la que me gusta”, comentó. “Esa es a la que me gustaría ver más seguido en las calles”.

Muchos de los temas que Harris supervisa no tienen una solución clara ni un resultado inmediato. Ha tenido que encargarse de impulsar el acceso a la banda ancha, dirigir el Consejo Espacial, impulsar la aprobación del proyecto de ley sobre el derecho al voto y abordar las causas de origen de la inmigración en la frontera sur de Estados Unidos. Los republicanos, en particular, han criticado a Harris por su trabajo en materia de inmigración, acusándola de no hacer lo suficiente mientras el significativo aumento de migrantes en la frontera ha atormentado al gobierno.

También ha sido criticada por la izquierda por su trabajo en materia de inmigración, después de que les dijo directamente a los migrantes que “no vengan” a Estados Unidos durante un viaje a Guatemala y México el año pasado. La representante Alexandria Ocasio-Cortez, demócrata y progresista, tuiteó que los comentarios de Harris fueron algo “decepcionante de ver”.

Domingo García, el presidente nacional de la Liga de Ciudadanos Latinoamericanos Unidos, dijo que quería ver más de la exsenadora progresista durante ese viaje, señalando que no había sido suficiente.

“Fue a Centroamérica, no se reunió con grupos comunitarios o grupos cívicos involucrados en el tema. Así que es casi como si no tuvieran una junta consultiva, y estuvieran buscando a tientas en la oscuridad una solución”, comentó.

Harris, quien se negó a ser entrevistada para este despacho, ha desestimado las preguntas sobre la dificultad de las tareas a su cargo, insistiendo en que le gusta asumir labores complicadas. Pero en privado, varios de sus aliados se han quejado de que la vicepresidenta no sólo tiene algunas de las tareas más ingratas del gobierno, sino que no ha recibido suficiente apoyo o recursos de la Casa Blanca para cumplirlas.

Y, obviamente, el cargo le ha pasado factura. En las últimas semanas, Harris ha sido objeto de titulares negativos por el éxodo de algunos de sus principales colaboradores, entre ellos su exdirector de comunicaciones y su antiguo portavoz principal, mientras que colaboradores anónimos se han quejado de un complicado ambiente laboral de parte de una jefa demasiado estricta.

Sin embargo, algunas de las mayores limitaciones de Harris están fuera de sus manos: La pandemia y las exigencias de su papel como el voto de desempate en el Senado. Debido a la pandemia, Harris no ha podido asistir a tantos actos públicos en persona como les gustaría a ella y a sus asesores, y sólo ha realizado una parte de los viajes internacionales típicos de una vicepresidenta, lo que ha reducido sus compromisos diplomáticos a reuniones virtuales o llamadas.

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