Ciencia

La lección que dejaron los estoicos del imperio romano sobre el manejo de la ansiedad

El Imperio romano se erigió en el año 27 a.C y se mantuvo por varios siglos. Eran tiempos de guerras, de enfermedades, de esclavitud y de todas esas crisis que llevaron a la humanidad a evolucionar de la mano de mucho estrés y ansiedad.

También fue una época en la que los filósofos se habían establecido como los sabios en la sociedad y ya tenían respuestas para el tratamiento de esa ansiedad que arrastraba a muchos a vivir imaginando la llegada de acontecimientos catastróficos que, en la mayoría de los casos, nunca llegaron.

Han pasado más de 2000 años y esas mismas preocupaciones siguen atormentando a la sociedad del siglo XXI que, a diferencia de los habitantes de la Roma imperial, vive sin la influencia de los filósofos estoicos que en aquellos momentos guiaron personalmente a varios de los poderosos gobernantes romanos.

El emperador Marco Aurelio fue un disciplinado estudioso de la filosofía estoica, y con las herramientas que le brindó este conocimiento le hizo frente a los innumerables eventos que pusieron en riesgo el imperio que regía y que también le causaron tristeza y dolor.

Considerado uno de los mejores emperadores que tuvo el Imperio romano, el llamado “rey filósofo” gobernó Roma del año 161 al 180 de esta era y dejó un legado de reflexiones en varios escritos llamados “Meditaciones”.

En su obra, Marco Aurelio agradece haber sido introducido por sus maestros a la obra del estoico Epícteto que vivió muchos años en la esclavitud y bajo esa condición encontró la respuesta a muchos estados de ansiedad.

El filósofo griego Zenón de Citio fundó la escuela estoica en el siglo III a.C en Grecia y sus enseñanzas sobre el manejo de la ansiedad se ajustan perfectamente a la realidad moderna, lo que lleva a pensar que lo único que ha cambiado son algunas de las situaciones que causan el padecimiento.

“No temas el futuro. Lo enfrentarás con las mismas armas con las que enfrentas el presente”, dijo Marco Aurelio.

El emperador es descrito en la obra Historia Augusta como moderado, generoso e indulgente.

Creció en un hogar aristocrático y desde niño se interesó por estudiar filosofía. Lo hizo con tanta intensidad que a los 12 años ya actuaba como los filósofos, se vestía como uno de ellos y quería dormir en el suelo como muestra de desprendimiento de lo material.

Su procedencia de familia adinerada y poderosa lo llevó a convertirse en un heredero natural de puestos de poder, lo que contrastaba con su necesidad de vivir de manera sencilla y de desprecio a las convenciones sociales.

Roma contó con la sabiduría estoica gracias a Séneca, a Marco Aurelio y a otros como Epícteto (Foto:Getty)
Roma contó con la sabiduría estoica gracias a Séneca, a Marco Aurelio y a otros como Epícteto (Foto:Getty) (piola666 via Getty Images)

Por disposición del emperador Adriano, debían sucederle en el trono los dos jóvenes patricios, Marco Aurelio y Lucio Vero, y gobernar en conjunto, pero cuando llegó el momento de la sucesión, sólo el primero contaba con el apoyo del senado.

Sin embargo, Marco Aurelio pidió gobernar con Lucio Vero como lo había dispuesto Adriano y muchos han interpretado este gesto como una prueba de estoicismo pues un seguidor de esta escuela se adelanta a la adversidad y toma acciones para reducir sus efectos.

El emperador estoico evitó de antemano la posible sublevación de Lucio, y aunque los dos tenían personalidades muy diferentes, el primero logró aprovechar las habilidades del segundo para gobernar en armonía.

No obstante, la historia recoge episodios en los que Marco Aurelio tuvo que poner en práctica la paciencia pues mientras el estoico era comedido y sobrio, al otro le gustaba el estilo de vida extravagante y lujoso, una situación que mortificaba al líder romano.

Se cuenta que Lucio hacía fiestas tan costosas que llevaban al estoico a llorar de angustia “por el destino del mundo”. Pero también se cuenta que la dupla gobernante funcionó bien, que lanzaron programas para ayudar a los más pobres, que alentaron la libertad de expresión, las creaciones artísticas, promovieron la educación y el crecimiento de la economía en general.

Pero a los ocho años de mandato conjunto, la llamada peste antonina, que acabó con el diez por ciento de la población romana, se llevó también a Lucio Vero.

Marco Aurelio tuvo que hacer frente a los estragos que dejó la epidemia, que entre todas las muertes también acabó con muchos esclavos, lo que causó un sismo económico que se tradujo en vulnerabilidad a los ojos de los enemigos de Roma.

Por eso, el llamado rey filósofo también tuvo que enfrentar la invasión germánica justo después de la epidemia, una situación que le permitió demostrar nuevamente su estoicismo al vender muchas de sus pertenencias para afrontar la crisis bélica y evitar así recurrir al aumento de los impuestos para financiar la guerra.

Más tarde sufrió la traición de su gran amigo, el general Avidio Casio que se autoproclamó emperador y gobernó Siria y Egipto por poco más de tres meses hasta que fue asesinado por un centurión que se encargó de enviar su cabeza a Marco Aurelio.

Todas estas situaciones, dignas de considerarse muy estresantes, llevaron al emperador a escribir sus Meditaciones que muchos consideran su más valioso legado a la civilización.

Se trata de reflexiones sobre asuntos como el valor, la virtud, la razón y la muerte, hechas desde su característica humildad y serenidad. En esta obra se puede conocer el carácter noble del emperador que siempre tenía como prioridad a los ciudadanos.

En su obra, el emperador hace énfasis en los beneficios que genera el convertir el obstáculo en el camino y “la pérdida no es más que cambio, y el cambio es el deleite de la naturaleza”.

También dijo “cuanto más valoramos las cosas que están fuera de nuestro control, menos control tenemos”.

“Muchas veces me he preguntado cómo es posible que cada hombre se ame más a sí mismo que a los demás y, sin embargo, valore menos la opinión que tiene de sí mismo que la opinión de los demás”, escribió.

La muerte del emperador estoico significó el fin de la etapa llamada Pax Romana, un período que brindó estabilidad al imperio.

Antes de Marco Aurelio, otro reconocido estoico también marcó el ritmo del Imperio romano y este fue Séneca.

Los estoicos recomendaban vivir en el presente y evitar estresarse por el futuro (Foto:Getty)
Los estoicos recomendaban vivir en el presente y evitar estresarse por el futuro (Foto:Getty) (piola666 via Getty Images)

Nacido en el año 4 a.C, Lucio Anneo Séneca fue una figura importante en Roma, reconocido y respetado por ser un gran pensador, orador y funcionario. Fue senador de la República y asesor del emperador Nerón quien finalmente lo llevaría a la muerte.

Cuando era aún muy joven se convirtió en uno de los oradores más respetados del Senado lo que al parecer le dio prestigio pero también levantó la envidia del nuevo emperador de entonces, el cruel Calígula, que ordenó su muerte.

Séneca se salvó esa vez pero el siguiente emperador, Claudio, lo exilió tras acusarlo de cometer adulterio con la hermana de Calígula, aunque algunas fuentes aseguran que también se trató de una estrategia para callar a un orador brillante.

Más tarde se convertiría en el tutor de Nerón, el emperador que sucedió a su tío Claudio, gracias a la solicitud de la madre del gobernante que le pidió que asesorara al aún muy joven rey y logró así sacar del exilio al estoico.

Tras más de una década de asesoramiento, el ahora adulto Nerón dió la orden a su consejero Séneca de acabar con su propia vida después de condenarlo por su supuesta participación en un complot en su contra, y en abril del año 65 el estoico se abrió las venas en una bañera y murió.

Séneca tuvo una vida intensa, de altos y bajos, pero sin duda llena de situaciones interesantes y llenas de pasión que no le impidieron filosofar y dejar muchas reflexiones sabias que han llegado intactas al día de hoy.

El orador estoico decía a los ansiosos que los peligros ante los que palidecen puede que nunca los alcancen pues así se manifiesta este padecimiento, como un estado constante de espera de algo terrible que hace sufrir por anticipado a quien lo vive, y resulta que ese algo tal vez nunca ocurra.

“Tenemos el hábito de exagerar, o de imaginar, o de anticipar el dolor”, dijo el sabio.

También decía que una gran mente se eleva por encima de las descalificaciones y pedía tratar los insultos “como ladridos de perros pequeños”.

Y él, que vivió el exilio por ocho años, hizo esta observación: “¿Sabes por qué intentar escapar no te ayudará? porque tu mente irá contigo, debes liberarte de tu carga mental antes de poder estar a gusto en cualquier lugar”.

Otro estoico que fue gran inspirador de Marco Aurelio fue Epícteto, un filósofo que nació en el año 55 en Turquía y vivió como esclavo buena parte de su vida, tiempo en el que analizó profundamente las cuestiones de la vida y la muerte y logró ser feliz pese a su condición.

Epícteto fue uno de los primeros en decir: “Estamos siempre inventando preocupaciones, imaginando que las cosas son peores de lo que en realidad son”.

También recomendó que para llegar a hacer cualquier cosa bien hay que tener humildad, permitirse tropezar con ojos de principiante, ser conscientes de nuestra ignorancia y errar sin disculparnos: “Ten el coraje de empezar algo y de hacerlo mal”.

Dice Epícteto que quien progresa: “No culpa a nadie, no adula a nadie, no se queja de nada, no acusa de nada”.

La psicóloga y profesora de la Universidad de Barcelona, Yolanda Calvo, habla en su canal de YouTube acerca de la influencia de los estoicos Marco Aurelio, Séneca y Epícteto en las terapias psicológicas modernas.

Calvo asegura que “los principios estoicos están detrás de las terapias psicológicas que se consideran más exitosas en la actualidad, bien porque sus fundadores se han basado en el estoicismo o porque esas terapias coinciden en sus puntos más importantes con puntos que defendían los estoicos o la filosofía estoica”.

Dice que la terapia cognitivo conductual, fundada por el psiquiatra Aaron Beck en los años 60 tiene “ideas que se parecen mucho al estoicismo” y señala que él mismo ha afirmado que su método terapéutico se basa en muchos aspectos en el estoicismo.

Explica que el psiquiatra tomó tres elementos de la filosofía estoica: “El primero que no son los eventos externos los que nos alteran emocionalmente sino nuestras interpretaciones de estos eventos”.

El segundo es la importancia del autocontrol y de la autodisciplina para poder manejar y controlar pensamientos y emociones, mientras que el tercero es la creencia de que el razonamiento media entre las emociones y las conductas.

“Es decir que son los pensamientos, cómo interpretamos las cosas, cómo interpretamos los acontecimientos, los que producen nuestras emociones y de ahí nuestras conductas”, explica.

Calvo menciona asimismo la terapia racional emotiva conductual que el psicólogo Albert Ellis creó a mediados de los 50 y que también toma del estoicismo varios conceptos fundamentales.

Además de subrayar que las emociones son el resultado de nuestras creencias y pensamientos y no de lo que ha ocurrido, agrega “la importancia de trabajar para cambiar las interpretaciones irracionales” que estén produciendo sufrimiento.

La llamada “terapia de aceptación y compromiso” que creó Steven Hayes en los 80 contempla “la necesidad de aceptar lo que está fuera de nuestro control”, la importancia de vivir en el presente, “la idea de que el sufrimiento es parte de la condición humana y puede ser manejado a través de la aceptación y compromiso de vida”.

Y lo más actual, el mindfulness o atención plena, es un tipo de meditación en el que la persona se enfoca en ser completamente consciente de lo que siente en el momento sin interpretar o juzgar.

De acuerdo con Calvo, el mindfulness no toma ningún elemento del estoicismo, pero coincide en algunos aspectos como el vivir el presente.

Recomendaciones estoicas

Calvo ofrece una serie de recomendaciones basadas en la escuela estoica que funcionan a la perfección en el mundo actual.

  • Ante una situación que genera ansiedad hay que preguntarse ¿Depende esto de mí? Si la respuesta es positiva hay que pasar a la acción. Si es negativa, hay que dejarlo ir.
  • No resistirse a la realidad o a lo que está pasando por más duro que sea. Aceptar la realidad. “Como decía (Carl) Jung, todo lo que resistes, persiste”.
  • Hay que ser indiferente ante lo que los demás dicen o hacen porque está fuera de nuestro control.
  • Hay que evitar la queja constante. Los estoicos elevaban el valor de la paciencia, la fortaleza interna y la resignación ante las dificultades.
  • La conducta debe ser consecuencia de los pensamientos, no una reacción. Es decir, una acción consciente ante lo que nos pasa.
  • Los estoicos recomiendan “prepararse para lo peor”. Es un consejo que en principio pareciera estar a favor de la ansiedad, pero lo que se busca con el “premeditatio malorum” es visualizar la adversidad para imaginar también que respondemos con serenidad ante ese escenario que luce catastrófico. Y, si es posible, actuar para evitar esa adversidad.
  • Otro consejo que se repite entre los estoicos es “vivir el presente”. Es una frase que también parece contradecir la que habla de prepararse para lo peor, pero se trata, dice el estoicismo, de estar en el ahora, con atención y concentración plena.
  • Hay que darse permiso para tropezar y cometer errores mientras estamos en el camino de aprender a tener más fortaleza y ser más resilientes. Todo aprendizaje conlleva equivocaciones, subidas y bajadas.
  • Actuar con sentido. El consejo es llevar adelante acciones después de preguntarnos si lo que haremos es importante, esencial y nos acerca al objetivo que queremos lograr.

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