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El científico indio que se mudó a México hace 40 años y lleva décadas alimentando al mundo

Ravi Singh lleva gran parte de su vida en México, aunque pocos de sus conciudadanos (porque a estas alturas, ya es mexicano) conocen de su existencia. No nació en el país, pero lleva cuatro décadas, que se dice pronto, ganándose a pulso su derecho a que le consideren el más mexicano de todos. Dicen que uno no es de dónde nace, sino de donde se hace. Y, valga añadir, de lo que hace ahí donde acude.

A lo largo de su vasta carrera, sus aportes inestimables de cara a luchar contra el hambre en el mundo y mejorar las condiciones de vida de los agricultores y del conjunto de población en general le han convertido en uno de los científicos de mayor renombre. Tanto es así que hace tres años recibió el prestigioso Premio a la Trayectoria de la Iniciativa Mundial de Borlaug Contra la Roya (BGRI, por sus siglas en inglés). Un galardón internacional en reconocimiento a su trabajo creando variedades de trigo de élite, capaces de resistir los efectos de la roya, una enfermedad causada por un hongo que afecta a las plantas y acaba con los cultivos. Y si no hay trigo, no hay comida.

Nacido en 1970 en el estado de Uttar Pradesh, en la India, una particularidad de Ravi Singh es que comparte nombre con un gurú archiconocido que se hizo famoso en 2008 por sus supuestos aportes en la construcción de la campaña digital que llevó Barack Obama a la Casa Blanca. Nada tiene que ver aquel Ravi Singh con el Ravi Singh que nos ocupa ahora. El falso asesor político perdió su fama mundial después de que saliera a la luz que jamás había trabajado para el 44 presidente de Estados Unidos. Una farsa bien urgida que no evitó que, previo paso a desvelarse el truco, el hombre se vinculara con políticos de renombre, como el exmandatario de Colombia Juan Manuel Santos y su predecesor, Álvaro Uribe, a quien, dicen, enseñó a usar Twitter, ahora X. No resulta sencillo encontrar referencias de Ravi Singh, el ‘bueno’, el mexicano, en Internet, opacado como está por el aluvión de informaciones que se imponen sobre el falso gurú, siempre ataviado con su llamativo turbante sij. Pero merece la pena el esfuerzo de ahondar un poco más para conocer al investigador indio que ha dedicado los esfuerzos de toda una vida en buscar soluciones sostenibles y accesibles para favorecer la seguridad alimentaria en México, en la India y en diferentes países de Latinoamérica, África y Asia.

El científico indio se acaba de retirar después de cuatro décadas vinculado al Centro Internacional de Mejoramiento de Maíz y Trigo (CIMMYT), donde, en su último cargo, se desempeñó como jefe de mejoramiento global de trigo. Es el responsable, junto a su equipo, de crear algo más de 700 variedades ‘superiores’ del cereal, genéticamente modificadas y resistentes a las adversidades climáticas y las enfermedades. Innovaciones que no solo han permitido aumentar su producción sino también garantizar la subsistencia de miles de pequeños agricultores en México y sus familias.

El idilio de Ravi Singh con México que dura ya cuatro décadas

Ravi Singh estudio ciencias agrícolas en la universidad de Kendriya Vidyalaya, en su India natal, y se doctoró en biométrica y agricultura genética por la de Sídney (Australia). En 1983 se mudó a México para continuar con sus estudios de posdoctorado que combinó con sus investigaciones en el CIMMYT bajo la tutela del agrónomo Norman Bourlag, ganador del Premio Nobel de la Paz y considerado el padre de la ‘Revolución verde’. En Texcoco, donde se encuentra la sede del centro internacional, aprendió todo lo relativo a la genética del trigo y las patologías que afectan a esta planta milenaria. Su papel ha sido crucial en el desarrollo de soluciones para garantizar la producción del alimento. En la actualidad, la mitad de las variedades de trigo biofortificadas genéticamente que se usan en la India son el resultado de las investigaciones que ha llevado a cabo Ravi Singh y sus colaboradores en suelo mexicano.

En México, Ravi Singh se siente en casa. Habla un castellano perfecto y se desenvuelve con soltura entre la comunidad mexicana y la de origen indio, que, aunque relativamente pequeña, ha ido sumando ciudadanos con el paso de las décadas. Un censo poblacional que ronda las 2.000 personas, de acuerdo con la Embajada, compuesto en gran medida por ingenieros y científicos que desembarcan en el país de la mano de grandes empresas o para continuar con su formación académica. De aquí en adelante, Ravi Singh quiere centrar su labor en asesorar y transmitir su conocimiento a jóvenes investigadores que, como él, quieren hacer de este mundo un lugar mejor. Como mínimo, más igualitario en términos de acceso a alimentación. Eso sí, tiene claro que su idilio con México no termina con su jubilación. El tiempo es ahora su aliado.

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